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Como seguidores de Jesús y junto a nuestros hermanos de otras tradiciones religiosas, le damos un gran valor a la remembranza. Al reflexionar sobre el solemne aniversario del 11 de septiembre de 2001, recordamos a muchos seres queridos que fallecieron y a los socorristas que arriesgaron sus vidas modelando el amor sacrificado de Jesús, quien dijo: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.

Si bien han transcurrido 20 años, quisiera hacer una pausa y recordar los días que siguieron a estos trágicos acontecimientos. Fueron tiempos de mucha unión. Rezamos, lloramos y también trabajamos juntos. Porque en esos momentos, por muy fugaces que fuesen, supimos con inmediatez y vulnerabilidad que necesitamos a Dios y que nos necesitamos unos a otros.

Los recuerdos de esa dulce cooperación, del amor mutuo como vecinos, son un faro de luz para el presente. En medio de la actual pandemia y de los desastres naturales que han cobrado tantas vidas y han llevado al límite a los socorristas, y en medio de un ajuste de cuentas con el pecado del racismo a nivel mundial, estamos llamados a convertirnos en la Comunidad Amada, cuya forma de vida es el camino de amor de Jesús.

El Obispo Presidente Michael Curry dará la bendición y pronunciará un sermón los días 11 y 12 de septiembre como parte del programa Un tiempo y un espacio de remembranza y sanación en la Iglesia de la Trinidad de Wall Street en Nueva York, la que durante casi un año sirvió como misión de socorro para los trabajadores de recuperación en la Zona Cero después del derrumbe de las torres. Sintonícese en línea al hacer clic en trinitywallstreet.org/september-11.